Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo (BERD)

El Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo es una institución financiera internacional que apoya proyectos desde Europa Central hasta Asia Central, incluidos los siguientes países miembros del EEE y países cooperantes: Bosnia y Herzegovina, Bulgaria, Croacia, Chipre, Estonia, Grecia, Hungría, Kosovo, Letonia, Lituania, Montenegro, Macedonia del Norte, Polonia, Rumanía, Serbia, Eslovaquia, Eslovenia y Turquía. El BERD es propiedad de 63 países, la UE y el Banco Europeo de Inversiones.

Muchos de los países en los que opera el BERD son particularmente vulnerables al cambio climático. Esto es en parte debido a su ubicación geográfica y características, pero también una consecuencia de la falta de inversión histórica, que ha dado lugar al envejecimiento de las infraestructuras e instalaciones que son menos capaces de soportar los cambios en las condiciones climáticas.

El banco fomenta la transición hacia economías de mercado abiertas y democráticas a través de la inversión y la cooperación técnica. El Banco invierte principalmente en clientes del sector privado cuyas necesidades no pueden ser satisfechas plenamente por el mercado, proporcionando préstamos, participación en acciones y garantías a empresas de todos los tamaños y en una amplia gama de sectores. 

El BERD apoya a sus clientes en la identificación de los impactos del cambio climático que pueden afectar a sus operaciones. Se espera que esto conduzca a la formulación de estrategias de adaptación que aumenten la resiliencia a través de mejores prácticas e inversiones en medidas y tecnologías que se adapten mejor a un clima cambiante y más variable, y que reduzcan el riesgo a largo plazo.

El trabajo del BERD sobre la adaptación al cambio climático llega a muchos sectores de la economía, como el suministro de agua, la generación de energía hidroeléctrica, las infraestructuras costeras y las industrias intensivas en agua, como la agroindustria y la minería. Las inversiones para hacer que estos sectores sean resilientes al cambio climático pueden ayudar a las empresas a reducir costes y aumentar la competitividad a lo largo de la vida útil de los proyectos y evitar los activos varados.