En las últimas décadas, se han producido importantes avances en la salud pública en Europa, con drásticas disminuciones en la mortalidad prematura y un aumento de la esperanza de vida de casi 9 años desde 1980. Los países europeos cuentan con algunos de los mejores sistemas de salud del mundo. Sin embargo, Europa se enfrenta a crisis sin precedentes y superpuestas que perjudican la salud humana y los medios de subsistencia y amenazan la capacidad de adaptación. En comparación con los tiempos preindustriales, el aumento medio de la temperatura media del aire en la superficie europea ha sido casi 1.°C más alto que el aumento medio de la temperatura mundial, y 2022 fue el verano europeo más caluroso registrado. Como la tercera economía más grande del mundo y un importante contribuyente a las emisiones globales de gases de efecto invernadero, Europa es una de las partes interesadas clave en la respuesta del mundo al cambio climático y tiene una responsabilidad y una oportunidad globales para liderar la transición hacia una economía baja en carbono y una sociedad más saludable y resiliente.
Los costes sanitarios del retraso en la descarbonización
Los alarmantes aumentos de los riesgos relacionados con la salud, las vulnerabilidades, las exposiciones y los impactos del cambio climático en toda Europa muestran la necesidad urgente de alcanzar objetivos de mitigación ambiciosos que restrinjan el aumento de la temperatura mundial a menos de 1,5.°C por encima de los niveles preindustriales. Simultáneamente, son urgentes estrategias de adaptación eficaces para aumentar la resiliencia ante las crecientes amenazas para la salud del cambio climático.
La población europea está cada vez más expuesta a las olas de calor, lo que pone en riesgo a los grupos especialmente vulnerables (incluidas las personas de edad avanzada, los niños y las personas con mala salud) y conduce a una elevada carga de enfermedades y muertes. Además de los impactos directos en la salud, la exposición al calor también socava los medios de vida de las personas y los determinantes sociales de la salud al reducir la capacidad laboral.
El cambio climático también está impulsando eventos extremos cada vez más intensos y frecuentes relacionados con el clima en Europa, con impactos directos e indirectos en la salud, pérdida de infraestructuras y costes económicos.
Las condiciones ambientales cambiantes también están cambiando la idoneidad ambiental para la transmisión de diversas enfermedades infecciosas, incluyendo Vibrio, dengue, virus del Nilo Occidental.
Las temperaturas más cálidas también están cambiando las estaciones de floración de varias especies de árboles alergénicos, con temporadas de abedul, olivo y aliso que comienzan a florecer antes y afectan la salud de alrededor del 40 % de la población en Europa que tiene alergias al polen.
Estos impactos que se superponen e interconectan en la salud, que están evolucionando en un contexto de pandemia y una guerra devastadora en Ucrania, revelan la necesidad urgente de intervenciones que aumenten la resiliencia en el sector de la salud y protejan a las personas del aumento de los riesgos para la salud. Se han logrado algunos avances en la adaptación sanitaria de Europa, incluido el desarrollo de estrategias o planes nacionales de salud y cambio climático, evaluaciones de vulnerabilidad y adaptación y ecologización del medio ambiente. La adaptación al clima a menudo necesita competir por los escasos recursos financieros, y la promulgación de planes de adaptación por sí sola no es suficiente para avanzar en la capacidad de adaptación. Con los impactos del cambio climático en aumento, los esfuerzos de adaptación deben acelerarse rápidamente y aplicarse cuidadosamente junto con las estrategias de mitigación.
Europa debe reducir sus emisiones para alcanzar el objetivo de cero emisiones netas de gases de efecto invernadero de aquí a 2050 y reducir los efectos del cambio climático en la salud. Además, con los recortes de emisiones, la región también se beneficiaría de los beneficios colaterales directos e indirectos para la salud resultantes de la disminución de la exposición a partículas que se origina en la quema de combustibles fósiles y el transporte. Las dietas europeas ricas en carbono y ricas en carne también contribuyen a sus elevadas emisiones de gases de efecto invernadero y suponen una amenaza para la salud humana. Además, el retraso en la implementación de fuentes de energía hipocarbónicas generadas localmente ha hecho que Europa sea susceptible a la volatilidad de los precios de la energía, que alcanzaron valores récord en 2022. Si bien el mundo está tratando de recuperarse de la pandemia de COVID-19 y responder a múltiples desastres que coinciden, la recuperación se ve obstaculizada por los impactos negativos del cambio climático en la salud y sus determinantes, haciendo hincapié en la necesidad urgente de actuar.
Un cambio transformador para la salud