Porcentaje modelado de población sensibilizada al polen de alga ragweed en la línea de base (izquierda) y en el futuro asumiendo un escenario moderado de emisiones de gases de efecto invernadero(PCR 4.5; a la derecha

Fuente: Lake et al., 2017

Cuestiones de salud

Miles de especies de plantas liberan su polen en el aire cada año. El impacto en la salud humana es principalmente evidente en las enfermedades alérgicas, ya que la exposición a alérgenos del polen transmitido por el aire o su inhalación puede desencadenar respuestas alérgicas de la nariz (rinitis alérgica, comúnmente conocida como fiebre del heno), ojos (rhino conjuntivitis) y bronquios (asma bronquial). La prevalencia de alergia al polen en la población europea se estima en un 40 %, por lo que es uno de los alérgenos más comunes en Europa ( D’Amato et al., 2007). Incluso las bajas concentraciones de polen en el aire ya pueden inducir síntomas de alergia en personas altamente sensibles. Las reacciones alérgicas al polen son una causa importante de trastornos del sueño, deterioro del bienestar mental y disminución de la calidad de vida, pérdida de productividad o menor rendimiento escolar para los niños, y costos de atención médica asociados. Se cree que la gran mayoría de los pacientes con alergias (90 %) no son tratados o maltratados, a pesar de que el tratamiento adecuado para las enfermedades alérgicas está disponible a un costo bastante bajo ( Zuberbier et al., 2014).

El papel del polen en el desarrollo y la gravedad de las enfermedades alérgicas depende de numerosos factores, incluyendo la duración de la exposición (relacionada con la duración de la temporada de polen y el tiempo pasado en el entorno alergénico), la intensidad de la exposición (relacionada con la concentración de polen en el aire) así como la alergenicidad del polen. Estos factores tienen una gran variabilidad geográfica y temporal, lo que resulta en diferencias en la prevalencia de rinitis alérgica asociada al polen entre ubicaciones y períodos (Bousquet, 2020).

En Europa, las hierbas (familiaPoaceae) son la principal causa de reacciones alérgicas debido al polen (García-Mozo, 2017) dada su amplia gama geográfica. Entre los árboles, el polen más alergénico es producido por el abedul en el norte, centro y este de Europa, y por el olivo y el ciprés en las regiones mediterráneas. El polen alergénico también es producido por varias plantas herbáceas. Ragweed (Ambrosia artemisiifolia) requiere una atención especial como una especie invasora potencial, extremadamente inductora de alergias en Europa.

Las alergias al polen suelen ser muy estacionales. En la mayoría de los países europeos, la principal temporada de polen, que cubre la liberación de polen de varias especies de plantas, abarca alrededor de seis meses, de primavera a otoño, con diferencias geográficas en función del clima y la vegetación (Bousquet, 2020). La Academia Europea de Alergia e Inmunología Clínica (EAACI) define el inicio de la temporada de polen para varias especies en función de las concentraciones de polen en el aire que afectan la salud humana. El inicio de la temporada de polen de hierba, por ejemplo, se define cuando 5 de cada 7 días consecutivos llevan más de 10 granos de polen de hierba/m³ aire, y la suma de polen en estos 5 días es más de 100 granos de polen/m³ aire ( Pfaar et al., 2017). Las visitas al departamento de emergencias y las hospitalizaciones aumentan cuando las concentraciones de polen de pasto superan los 10 y 12 granos/m³ aire, respectivamente (Becker et al., 2021). Existen criterios similares para el abedul, el ciprés, el aceituna y la aceituna ( Pfaar et al., 2020).

El riesgo de alergia depende de la concentración de polen en el aire. Sin embargo, el número de alérgenos liberados por un grano de polen (reflejado en la llamada potencia de alérgenos del polen) puede variar dependiendo de la región, la estación, los contaminantes atmosféricos, la humedad y los períodos de tormenta ( Tegart et al., 2021). Los granos de polen liberan, además de alérgenos, una amplia variedad de sustancias bioactivas, incluyendo azúcares y lípidos. Cuando se inhalan estas sustancias, también pueden estimular las reacciones alérgicas y determinar la gravedad de la reacción alérgica al polen (la llamada alergenicidad del polen) (Gilles et al., 2018). Además, la alergenicidad de ciertas especies de polen puede mejorarse por factores ambientales como los contaminantes del aire. Los altos niveles de NO2 a largo plazo en entornos urbanos se asocian con una mayor alergenicidad del polen de varias especies, incluido el abedul (Gilles et al., 2018; Plaza et al., 2020). También el ozono podría aumentar la alergenicidad (Sénéchal et al., 2015). Por lo tanto, la exposición combinada a contaminantes atmosféricos y alérgenos puede tener un efecto sinérgico tanto en el asma como en la alergia ( Rouadi et al., 2020).

La exposición al polen también puede causar inflamación de las membranas mucosas, lo que aumenta la probabilidad de infecciones respiratorias, incluso en personas no alérgicas (Becker et al., 2021). Un estudio de Damialis et al. (2021) probó la correlación entre las tasas de infección por Covid-19 y las concentraciones de polen durante la primera ola pandémica en la primavera de 2020, teniendo en cuenta factores de confusión como la humedad, la temperatura, la densidad de población y las medidas de confinamiento. Se encontró que las concentraciones de polen explican en promedio el 44 % de la variabilidad de la tasa de infección con tasas más altas en concentraciones de polen más altas ( Damialis et al., 2021).

Efectos observados

En las últimas décadas, la prevalencia de alergias inducidas por el polen ha aumentado en Europa. Este aumento no puede explicarse únicamente por cambios en la genética o las condiciones de salud de la población (D’ Amato et al., 2007, 2020; Becker et al., 2021). El aumento de la prevalencia de estas enfermedades puede estar relacionado con la mejora de la higiene, el aumento del uso de antibióticos y la vacunación, y los cambios en el estilo de vida, los hábitos alimenticios y la contaminación del aire (de Weger et al., 2021). Además, el cambio climático afecta la exposición al polen y la sensibilización alérgica de varias maneras, incluyendo el cambio y la prolongación de la temporada de polen, los cambios en la concentración y alergenicidad del polen, así como los cambios en la distribución geográfica del polen.

El polen: turnos estacionales y prolongación de la temporada

Tanto el inicio como la duración de las estaciones de polen son impulsados por variables meteorológicas, principalmente temperatura. En respuesta al calentamiento global, las plantas cambian el momento de sus etapas de desarrollo, incluida la floración y la liberación del polen. Un estudio exhaustivo de los conjuntos de datos mundiales de polen destacó los aumentos en la duración de la temporada de polen (en promedio de 0,9 días por año) y la carga de polen en los últimos 20 años ( Ziska et al., 2019). En las zonas urbanas, donde viven la mayoría de los europeos, las temperaturas más altas exacerbadas por el efecto de la isla de calor urbano, conducen a inicios anteriores de la temporada de polen ( D’Amato et al., 2014). Según los datos de temperatura del aire, el Servicio de Cambio Climático de Copernicus visualiza el inicio de la temporada de polen de abedul de 2010 a 2019, mostrando diferencias regionales en el avance del inicio de la temporada de polen. Sin embargo, también la radiación, la precipitación y la humedad afectan la liberación de polen y el transporte en el aire, aunque menos que la temperatura.

El polen: concentración y alergenicidad

Las condiciones más cálidas y las concentraciones atmosféricas elevadas de CO2 estimulan el crecimiento de las plantas. Esto puede aumentar las concentraciones de polen y alérgenos en el aire, así como la alergenicidad del polen, lo que aumenta el riesgo de reacciones alérgicas (Beggs, 2015; Ziska et al., 2019). También las condiciones de humedad alteradas, los extremos meteorológicos y las tormentas eléctricas durante la temporada de polen causan concentraciones más altas de polen y alérgenos en el aire, lo que conduce a reacciones alérgicas más graves y ataques de asma (Shea et al., 2008; Wolf et al., 2015; D’Amato et al., 2020).

El polen: cambios geográficos

El calentamiento global y el alargamiento asociado de la temporada de crecimiento facilitan una migración hacia el norte de especies de plantas invasoras en Europa, también aquellas que liberan polen alergénico. La introducción de nuevos alérgenos puede aumentar la sensibilización local, es decir, el proceso de las personas que se vuelven sensibles o alérgicas debido a la exposición a alérgenos (Confalonieri et al., 2007). Un ejemplo particular es Ragweed (Ambrosia), introducido en Europa hace varias décadas desde el continente americano con transporte. El polen de ragweed es altamente alergénico y se libera relativamente tarde en la temporada (principios de septiembre), lo que podría causar una ola adicional de alergia y un alargamiento de la temporada alérgica (Vogl et al., 2008; Chen et al., 2018). Ya se han notificado importantes impactos en la salud y la economía en las zonas invadidas por la aveja en Europa Central y Oriental, Francia e Italia ( Makra et al., 2005). Si bien la propagación de la alga en Europa está impulsada principalmente por el transporte y las actividades agrícolas, los cambios climáticos facilitan la colonización de nuevas zonas. Además, los granos de polen de alga ragweed pueden transportarse fácilmente entre cientos y miles de kilómetros por aire, lo que provoca picos de polen y síntomas de alergia asociados en áreas donde la alga aún no está generalizada (Chen et al., 2018).

Efectos proyectados

Se espera que los efectos del cambio climático en las estaciones de polen, las concentraciones y la alergenicidad conduzcan a una mayor exposición de la población europea al polen y a los aeroalérgenos en el futuro. Esto aumentará la probabilidad de nuevas sensibilidades alérgicas, también para alérgenos originalmente débiles (de Weger et al., 2021). En el escenario de emisiones medias de gases de efecto invernadero (RCP 4.5), se espera que la sensibilización a la alga se extienda por toda Europa y aumente en algunos países hasta un 200 % para 2050 (Lake et al., 2017).

En individuos ya sensibilizados, se espera que la duración y la gravedad de los síntomas alérgicos aumenten bajo el cambio climático debido a temporadas de polen más largas y una mayor alergenicidad del polen. Si el período durante el cual las personas están expuestas al polen se prolonga, la evitación de alérgenos como estrategia de afrontamiento se volverá más complicada, afectando el bienestar mental.

Se proyecta que los cambios provocados por el clima en los aeroalérgenos y las reacciones alérgicas desencadenadas asociadas tengan implicaciones para la prevalencia del asma y los costos médicos asociados (medicación, visitas hospitalarias de emergencia) ( Anderegg et al., 2021). Además, las altas temperaturas y las olas de calor, que se espera aumenten en frecuencia y duración bajo el cambio climático, agravarán los problemas respiratorios y aumentarán la mortalidad de las personas que sufren de asma y otros problemas respiratorios que resultan de alergias ( D’Amato et al., 2020). Además, la susceptibilidad de las personas a las infecciones virales puede aumentar al exacerbar la inflamación respiratoria y debilitar las respuestas inmunes causadas por alérgenos y polen (Gilles et al., 2020).

La infraestructura verde en las ciudades, instalada como medidas de adaptación al cambio climático, también puede aumentar las cargas de polen y las reacciones alérgicas en el futuro (Cheng y Berry, 2013). Un estudio de caso en 18 espacios verdes en Bruselas demostró que se espera que el potencial alergénico de los parques urbanos se duplique como resultado de los cambios combinados en la duración de las temporadas de polen, la alergenicidad del polen y las tasas de sensibilización de la población (Aerts et al., 2021). La consideración de especies arbóreas adecuadas para entornos urbanos es crucial a la hora de diseñar medidas de adaptación al clima y participar en la planificación espacial con el fin de evitar la exacerbación de los riesgos de alergia.

POlicy Respuestas

Las concentraciones de polen de varios árboles y pastos se supervisan rutinariamente en todos los países europeos. Las mediciones se utilizan para determinar el inicio y la duración, así como la intensidad, de la temporada de polen. Las mediciones, en combinación con los modelos de transporte químico, también se están utilizando para establecer sistemas de riesgo de alergia utilizados en la información del polen o en los sistemas de alerta temprana. El portal de poleninfo, procedente de una asociación entre la Red Europea de Aeroalergeno y el Servicio de Vigilancia de la Atmósfera de Copernicus (CAMS), proporciona previsiones de concentración de polen actualizadas diariamente y evaluaciones del riesgo de alergia para todos los países europeos.

En contraste con el nivel de polen, no existen mediciones rutinarias en el nivel de alérgenos, ni para el número de alérgenos en un grano de polen, ni para la concentración de alérgenos en el aire. Sin embargo, tener acceso a este tipo de indicador ayudaría a explicar la aparición de síntomas de alergia antes de la temporada, especialmente en condiciones en las que los altos niveles de contaminación atmosférica coinciden con bajas concentraciones de polen (Cabrera et al., 2021).

Es difícil establecer umbrales generales de concentraciones de polen relevantes entre las poblaciones, ya que los efectos sobre la salud también dependen de la sensibilidad de una persona (Becker et al., 2021). Aún así, los servicios de información sobre polen pueden ayudar a pacientes individuales a evitar resultados negativos de salud, especialmente al peinar el monitoreo del polen y la documentación de síntomas individuales precisos. Por ejemplo, las aplicaciones de teléfonos inteligentes que combinan datos individuales de síntomas y concentraciones de polen podrían utilizarse para determinar los umbrales de polen personales y reducir los impactos en la salud de manera más eficiente (Becker et al., 2021).

Diagnóstico, manejo y afrontamiento

La alergia al polen es subdiagnosticada y a menudo no tratada o maltratada. Por lo tanto, la sensibilización sobre el impacto de las alergias es necesaria para ayudar a las personas a reconocer, prevenir y manejar los síntomas de la alergia. Es necesario diagnosticar el tipo de polen que causa la alergia y comenzar la medicación para la alergia antes del inicio de la temporada de polen. Durante la temporada de polen, la prevención de síntomas y el afrontamiento se basan principalmente en evitar la exposición a alérgenos. Las recomendaciones van desde evitar estar al aire libre, usar gafas de sol, evitar secar la ropa afuera, mantener las ventanas cerradas y otras. La EAACI tiene un sitio web dedicado para pacientes con recomendaciones, y varios países también tienen organizaciones nacionales de pacientes que pueden asesorar a los pacientes con alergias.

Consideraciones de planificación espacial

El establecimiento de espacios verdes hipoalergénicos en y cerca de las ciudades, a través de una cuidadosa selección de especies de árboles (Aerts et al., 2021) puede reducir la prevalencia de alergias al polen. Qué especie de árbol es adecuada, depende de la localidad, y la elección debe considerar los cambios climáticos proyectados. No se recomienda la eliminación de árboles alergénicos de los espacios verdes existentes, para preservar la biodiversidad y los servicios ecosistémicos, entre otros, apoyando la adaptación a las altas temperaturas bajo el cambio climático (Aerts et al., 2021).

Medidas de control

La reciente invasión por la alerga común altamente alergénica (Ambrosia) llevó a varios países europeos a desarrollar e implementar métodos de control químico y mecánico. Además, la Directiva 2002/32/CE de la UE sobre sustancias indeseables en la alimentación animal establece una norma legal para la concentración de semillas de Ambrosia en los piensos para evitar una mayor propagación de la planta. Del mismo modo, las mezclas de semillas para aves no deben contener más de 50 miligramos de semillas de Ambrosia por kilogramo.

El despliegue de un agente de control biológico contra Ambrosia, como el escarabajo de la hoja de América del Norte, podría reducir la aparición de algas en Europa y reducir el número de pacientes en aproximadamente 2,3 millones y los costes sanitarios en 1.100 millones de euros al año (Schaffner et al., 2020). Sin embargo, la introducción de agentes de control biológico puede tener efectos negativos en la biodiversidad al dañar los cultivos no objetivo y las especies vegetales nativas y debe abordarse con precaución.

Referencias

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